Te sabes toda la teoría sobre las relaciones sana. Has leído algún que otro libro de auto ayuda. Sigues en redes sociales a terapeutas que hablan sobre el amor y las relaciones. Aplicas las pautas que lees. Llevas a tu vida real aquello que crees que es saludable en el amor.

Dedicas tiempo a tu pareja siendo plenamente consciente, sin mirar por el rabillo del ojo el televisor o el móvil.

Practicas la escucha activa cuando tu pareja regresa a casa después del trabajo o un evento familiar y le preguntas por sus cosas de forma genuina e interesada.

Tratas de comunicarte con compasión, comprensión y sin reproches.

 

Piensas en esa persona a lo largo del día y sin ser pesado ni tampoco desapegado le envías algún mensaje.

Cuando vas al mercado te acuerdas de aquello especial que le gusta comer y lo compras.

Compartes valores y proyecto de vida con esa persona y por ese motivo comentas, que no pides permiso, incluyéndole, las decisiones que quieres tomar sobre la vida.

Valoras su opinión sobre las cosas que te suceden y le haces partícipe en tus dudas y en tus triunfos.

Te esmeras por mantener cierto romanticismo en la pareja aunque llevéis muchos años juntos.

Quieres introducir novedades al gusto de vuestra relación en los encuentros eróticos, por aquello de no caer en la monotonía.

Entonces, ¿qué ocurre para que vuestra relación no funcione?

Pues que como dice el refrán, hacen falta dos para bailar el tango. Esta relación no puede estar sostenida solo por una persona. Si tú creces, te involucras, progresas como persona y como miembro de una pareja, pero la otra parte va a remolque o no se interesa por progresar, difícilmente la relación llegará a buen puerto.

Con frases como es que es normal después de tanto tiempo o ¿y qué esperas? No puedo darte tanta atención, tengo otras cosas importantes la persona se excusa y elude su responsabilidad. Y como hemos dicho en otras ocasiones, esta es una pequeña gran traición: la de dejar morir la relación, sin alimentarla, sin nutrirla.

En algún momento o se pide ayuda a un profesional -bendita terapia de pareja- o se termina por romper la relación. Porque alguien que ha recuperado la visión difícilmente podrá volver a ponerse una venda en los ojos ignorando lo que no funciona.

Como en todo en esta vida, o aportas en una unión, o dejas de formar parte. Si has sido un trabajador brillante en tu puesto y tienes una mala racha, te lo podrán pasar por alto porque se puede vivir de rentas temporalmente. Todos pasamos por esas rachas. Surgen problemas o dificultades y nuestra atención y nuestra energía debe dedicarse a aquello. Pero si todo es siempre más importante…

Si esa mala racha en el trabajo implica dejar de realizar tus funciones y no durante una época concreta sino que es ya la tónica general, será muy complicado conservar tu puesto, por muy bueno que fueras en su momento.

Y en el amor pasa lo mismo. No se puede vivir de rentas. De unos inicios muy bonitos. O creces, o caminas con tu persona, o se aleja.

Y tú, que ves que lo das todo y tu pareja no te sigue a penas, quizá tengas que replantearte la situación.

Coméntalo, seria y serenamente, que no parezca una rabieta momentánea tras una discusión.

Pide ayuda profesional si es necesario aunque se muestre reacia o escéptica.

Y si nada funciona, trabaja en ti. No como egoísmo sino como protección, como supervivencia. Lo tienes todo para ser feliz.