Los malos tratos son malos tratos. Puede parecer absurdo hacer una diferenciación de si quien lo perpetra es o una persona con rasgos o conductas narcisistas. Y si quiero hacer hoy esta distinción es porque a veces, por las propias características narcisistas es mucho más complicado de detectar el abuso. La persona que maltrata en este caso tiene escasa empatía (aunque no se le note), le cuesta hacer autocrítica , distorsiona la realidad, se siente decepcionada con frecuencia y cree que nadie está a la altura…Estas cuestiones, que veremos en otro post más extensamente, pueden no significar nada de manera aisladas, es en su conjunto cuando cobran este sentido que aquí le damos.

La sensación de muchas personas que veo en consulta pasando por una situación de abuso narcisista es de estar volviéndose locas. Te llevan a un límite que tienes miedo de todo, que dudas de todo, que te cuestionas todo…y te sientes inútil, acabada. Te van convirtiendo en una persona tan insegura y con tanta ansiedad que te ves torpe para hacer cualquier cosa, con dificultades para expresarte bien. Como si te costara un mundo explicar lo que estás viviendo porque a menudo es muy muy sutil.

Atrapada en ese círculo piensas que no hay salida. Te sientes tan enganchada y a la vez con tanta necesidad de huir, que te planteas incluso acabar con todo, que se acabe ya este sufrimiento aunque sea muriendo. Eres una sombra de lo que fuiste. No te imaginas con la «fuerza» como para dejar la relación, en parte porque sabes que no te dejarán ir sin más. Te intentarán convencer, te buscarán, te insistirán, le darán la vuelta…

No es una situación de la que se pueda salir fácilmente sin ayuda: familia o amistades, terapia, son puntos de apoyo para entender la situación porque cuando estás dentro no lo ves o al menos no lo ves con claridad.

Jota y Mary pasaron de vivir una relación de novela rosa a una de thriller…Jota era tan inteligente que no se le vio el plumero en ningún momento: ocultó muy bien su falta de empatía, sus celos, su necesidad de dominar y someter a Mary hasta que ella, agotada emocionalmente y manipulada, creyó estar volviéndose loca. En parte por las veces que Jota se lo dijo: estás de psiquiatra, tu cabeza no está bien, no es normal cómo reaccionas

Una de las maneras de maltratar psicológicamente a Mary era la manipulación tipo luz de gas, de la que hablaremos otro día, pero que es una manera de invalidar tus emociones, sentimientos, pensamientos o vivencias, ya sea minimizándolas (no es para tanto), negándolas (no pasó así), dándoles la vuelta (eres tú la que miente o la que dijo aquello).

Jota había hecho un «trabajo tan fino» que no lo veía nadie desde fuera, ni las amistades de la pareja. El objetivo: una vez estés exhausta de luchar por demostrar que esa realidad no es la realidad, agotada emocionalmente, te creerás lo que esa persona te diga, aceptarás lo que quiera, harás lo que quiera, no rechistarás, no te irás.

Pero entonces Mary lo contó, con un poco de vergüenza, explicó cómo estaba, cómo había llegado hasta aquí, y buscó ayuda. Ahí empezó un camino duro y liberador.

Decía Rosa Luxemburgo, «aquellos que no se mueven no se dan cuenta de sus cadenas.» Moverse primero para hablar, para pedir ayuda, puede ser lo más difícil pero es esperanzador. En España puedes llamar al 016 para pedir ayuda y no queda reflejado en la factura de teléfono.