El apego es un tema muy interesante en las relaciones, de pareja, de amistad, pero no siempre es tan sencillo como tengo este apego o el otro por cómo nos han criado. De hecho no es algo estático, que se mantiene fijo con los años y experiencias, sino que es algo que se moldea por nuestras vivencias y también por el trabajo que hagamos al respecto. Y para entender los muchos matices del apego cuento hoy la historia de estas dos personas, que no se corresponde, como hago siempre que comparto relatos de parejas, con ningún caso real sino que sus nombres y hechos son mezcla de muchos.
Jasmín tiene un apego seguro. Creció en una familia en la que se sintió querida, atendida y cuidada. Sabía que podía confiar en sus padres. En la amistad es una persona que da y recibe, no es ni susceptible ni temerosa del rechazo.
Cuando conoció a Ginés empezaron poco a poco aunque él quería ir más rápido, porque estaba convencidísimo de que ella era la mujer de su vida. Jasmín valoraba su independencia, sus espacios y mantener y cuidar sus amistades y así lo hizo al principio. Aunque él le reprochaba «seguro que tus amigas harían lo mismo, vamos, quédate conmigo, no te vayas, que estamos ahora tan a gusto…».
Los mensajes de Ginés fueron calando poco a poco: es normal querer estar todo el tiempo juntos, estamos enamorados y empezando nuestra relación» «le pasa a todas las parejas, con el tiempo esto se equilibrará». Pero con el tiempo Ginés no quería pasar menos tiempo con ella sino todo lo contrario.
Se veían primero 2, luego 4 días por semana y nunca era suficiente, porque Ginés se ponía triste si ella tenía otros planes que no le incluyeran, porque le decía todo lo que tenía pensado hacer con ella si no se tuviera que ir con sus amigas. «Ya, cariño, pero no me habías dicho que tenías esos planes» decía Jasmín. A lo que él respondía: es que era una sorpresa, me encanta sorprendente.
A los 2 años, todo había sido tan paulatino, tan a cuenta gotas, que Jasmín no se había dado cuenta de que sentía ansiedad cuando tenía que decir a Ginés que había hecho planes sin él. Todo su tiempo libre lo pasaba con él o pendiente de él para que no estuviera triste. Hacía lo posible para que no se enfadara porque era
sensible y la amaba mucho. Si tenía que quedarse más tiempo en el trabajo ya estaba preocupada por cómo decírselo. Analizaba sus gestos intentando adivinar si estaba enfadado o triste y si era así, qué había hecho ella.
Ginés se había convertido en el centro de su mundo y se sentía responsable de sus emociones. ¿Esto es un apego inseguro? Sí y no, porque está influyendo muchísimo la dinámica que se ha generado entre ambos y esta dinámica se da por muchos factores no solo por los apegos de cada uno sino por cuestiones de personalidad, de experiencias y aprendizajes, inseguridades, etc.
Por eso es tan importante el contexto, la dinámica de relación y no solo el apego.