Se acerca la navidad y como cada año, somos bombardeados por esos estupendísimos anuncios publicitarios que nos ofrecen aquello que necesitamos, lo que aún no sabemos que necesitamos, lo que no necesitamos, y lo que no necesitaremos jamás. Hasta ahí, sin sorpresas.

Y este año, entre publicidad de juguetes, turrones y artículos varios aparece uno que llama especialmente la atención. Esa consola maravillosa con juegos que te levantan del sillón, que te permiten jugar a tenis sin salir de la comodidad del hogar, está dirigida estas navidades a ti, mujer.

Mujer del tipo ejecutiva que acude a reuniones, limpia su casa, va al supermercado, cuida de los suyos… y por si eso fuera poco, también ejercita su cuerpo. ¿Que no tienes tiempo de ir al gimnasio?, ¿Que con el ajetreo diario no encuentras hueco para moldear tu figura? Ah! Esos son excusas, es porque no quieres. Porque la susodicha consola te lo pone en bandeja.

No me considero una feminazi, una feminista que ve actos machistas en cualquier lugar. Esto es harina de otro costal.

Primero luchamos por incorporarnos al mercado laboral pensando que eso nos proporcionaría igualdad, pero no bastó. Nos tocó trabajar dentro y fuera de la casa mientras esperábamos a que nuestros compañeros de generación masculinos se pusiesen al día con eso de la igualdad dentro del hogar. La consecución de ese objetivo parece más cercana, sin embargo, a medida de que nos acercamos nos alejamos en otros temas.

Siéntete culpable, y mucho, si no consigues ser esa mujer, la que ahora tiene un trabajo remunerado, y llega a casa y pone lavadoras, prepara la comida, recoge a los niños, pero está tan cansada o tiene tan poco tiempo que no puede salir a hacer deporte. Eres superwoman, sí, pero ¿estás en forma? ¿Tu trasero está en la misma posición que hace 10 años? ¿El vaquero te sienta como a la modelo del anuncio de cereales? ¿No? Pues si no estás así es porque no quieres, porque mira que es sencillo, ¡compra esta increíble consola!

Anuncios como estos calan de manera sutil, nos transmiten el mensaje de que debemos tenerlo todo, y que la culpa de no tenerlo es nuestra. Me quedo con el anuncio de esas zapatillas de deporte en las que no aparecen las zapatillas, ni las caras de las modelos, sólo culos, culos, culos. Es más obvio, es más sincero.