¿Qué queda cuando el enamoramiento se acaba? La realidad.
Nos enamoramos de una ideal, de un proyecto, del potencial, de nuestra propia idea del amor o de la idea que tenemos sobre cómo es o podría ser esa persona. Nos enamoramos de alguien a quien todavía no conocemos en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. Vamos descubriendo características o comportamientos de ella a medida que suceden cosas. El enamoramiento se parece mucho a esos juegos en los que te muestran una imagen muy distorsionada y tú debes averiguar de qué personaje famoso se trata mientras la imagen va tomando forma, haciéndose más nítida.
Pasa el tiempo y vas sumando vivencias con esa persona. Así que cuando el enamoramiento, lleno de quizás, de posibilidades, de incertidumbre, empieza a evaporarse, lo que queda es lo que hay:
- Una no relación.
- Una relación pésima.
- Una relación maravillosa.
- O algún punto entre las opciones anteriores.
Por eso cuando decimos que nos separamos porque se acabó el amor, en realidad queremos decir: se nos pasó el enamoramiento y cuando la niebla se dispersó pudimos ver la imagen que había tras ella, y no era ni buena ni bonita ni sostenible o simplemente no nos gustaba.
Hay personas que siguen juntas mucho tiempo después de que el amor de pareja se acabe porque la relación que tienen es maravillosa para ellas (no para una sola). Hay personas que necesitan sentir ese amor y dejan la relación. Y hay personas que no es que necesiten o no necesiten ese amor, sino que es que no hay nada que por lo que seguir juntas. Ni complicidad, ni ganas de compartir cosas nuevas, ni sensación de ser un equipo, una identidad de «nosotros». ¿Cariño? A veces ni eso. Pero puede ser que sí, que de eso haya y mucho, aunque si nos paramos a pensarlo sea más por todas las experiencias vividas, compartidas, en un pasado ya lejano. Como vivir de rentas.
Si fuéramos honestas con nosotras mismas, ¿cuántas personas siguen en pareja a pesar de que su relación está más muerta que viva? Por miedo a lo que encontrarán después, a perder la estabilidad o la seguridad, a ser vulnerables con otra persona y sufrir. Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, dice el refrán español.
Lo que hayas trabajado, construido, vivido, explorado, durante el enamoramiento es en parte lo que quedará cuando ese estado transitorio termine.