Tras conocer la noticia de que estás embarazada, además de la alegría (si es deseado) y la incertidumbre habituales, muchas mujeres experimentan lo que se llama miedo al parto. Este miedo, que va más allá de los temores comunes sobre la maternidad en sí – «¿seré una buena madre? ¿sabré criar a mi hijo/a?» – está enfocado básicamente hacia el momento del nacimiento. Miedo al dolor, a ser capaz de tolerar dicho dolor, miedo a que el bebé sufra, a descubrir que tenía alguna enfermedad o malformación no detectada, incluso miedo a algo más grave.
Estos temores los pueden experimentar todas las embarazadas en algún momento de la gestación, sin embargo algunas mujeres los sienten prácticamente los 9 meses, incrementando su intensidad a medida que se acerca el parto. Un miedo que llega a ser incapacitante, que genera pesadillas, insomnio, preocupación constante durante el día, acaparando gran parte de nuestros pensamientos e incluso arrebatándonos el disfrutar de nuestro embarazo.
¿Por qué sentimos ese malestar? Sin duda el temor a lo desconocido, a no saber qué pasará, cómo me sentiré, qué seré capaz de hacer, a no controlar la situación, el no saber qué día se desencadenará todo – sólo un 5% de las gestantes da a luz el día de su fecha prevista de parto -.
Si ese es nuestro caso lo primero que debemos hacer – si no lo hemos hecho ya – es tomar conciencia de que se trata de algo natural, que es normal pensar todo ello, pero lo estamos viviendo con una frecuencia e intensidad que nos perjudica. También debemos ser conscientes de que no tenemos por qué sentirnos así, que es posible eliminar o reducir esos temores. Si solas no lo conseguimos deberíamos compartirlo con nuestra pareja, con algún familiar, algún amigo o incluso con un terapeuta si nos resulta un miedo paralizador o incapacitante.
A algunas mujeres les ayuda ver vídeos de partos, leer o escuchar testimonios de otras madres contando sus experiencias, informarse sobre los protocolos de actuación en nuestro hospital de referencia…Es decir, la información puede darnos una sensación mayor de control y tranquilizarnos. A otras mujeres la abundancia de información no hace más que incrementar la ansiedad, así que practicar técnicas de relajación para aplicarlas durante el parto puede ser una buena alternativa.
Sea cual sea la opción que mejor funcione con nosotras, lo que sí deberíamos saber es que un embarazo puede vivirse libre de miedos, aunque suponga un trabajo extra por nuestra parte. Es posible llegar al día del nacimiento de nuestro hijo/a empoderadas, ilusionadas y sin nada que temer.