¿Recordáis aquella canción de Coti y Calamaro? «Nada de esto fue un error», decía.

¿Hay relaciones que son un error? Depende. ¿Los sentimientos fueron reales?

¿Las palabras y los actos fueron auténticos?

¿Las promesas y los planes eran verdaderos y sentidos?

¿Diste amor y fuiste amada?

¿La persona de la que te enamoraste era real?A veces coincidimos y amamos en un tiempo equivocado.

A veces los miedos nos pueden más que los deseos.

A veces los destinos son comunes pero los caminos son incompatibles.

A veces el amor no basta o se desgasta.

A veces se crece en direcciones distintas.

A veces lo cotidiano nos aparta.

A veces el contexto importa más de lo que quisiéramos.Pero no por ello todo lo vivido es un error. Qué fácil sería meter esas vivencias y ese amor en una bolsa, cerrarla y tirarla al contenedor con la convicción de que nunca debió suceder. Ese es un duelo más sencillo sin embargo no es auténtico, no honra lo que experimentaste, aunque la persona con la que lo hiciste ahora te parezca lo peor que te ha ocurrido, porque le falta coraje o capacidad de esfuerzo o lo que sea.

¿Y cuándo sí que es un error?

¿La persona que amaste en realidad no existe sino que vendió una imagen lo que no era o tú quisiste ver lo que no había?

¿Te engañó, mintió, manipuló?

La ambigüedad hizo que te agarraras a esa persona pero los sentimientos no eran mutuos?

¿Te trató sin empatía y arrasó a su paso?

¿Te impedía, por egoísmo, salir de la relación?

En ese caso tú decides si fue o no un error.
Desde luego hay relaciones que merecen bien meterlas en bolsa cerrada en el contenedor de desechos y no mirar atrás porque solo dejan devastación. Y aún así los sentimientos que tuviste y lo que aprendiste quizá te valgan la pena para no considerarlo un error. O sí. O no. Como en la fábula del tío Wey, mala suerte, buena suerte, no lo sé. ¿Realmente importa?