Imagen: Christopher James

«Nuevos comienzos llegan a menudo disfrazados de dolorosos finales» Lao Tzu.

Qué difícil, cuando algo acaba, ver las posibilidades que ese final puede tener.

A veces incluso tenemos miedo de romper una relación por el dolor que le podemos causar a la otra persona. En algunos de esos casos les digo a mis pacientes que están privando a la otra persona de un sin fin de posibilidades, de nuevos comienzos.

Prefieren mantener una mala relación por ese temor a herir a su pareja, como si ignoraran el hecho de que su pareja ya sufre, ya ve que algo no va bien, que están distantes, o discuten, o no avanzan.

 

No en todos los casos pero muchas veces al tener ese doloroso final podemos comenzar de nuevo con algo que quizá no nos atreveríamos a buscar. O aprender de nuestros errores. O recomponernos y buscarnos a nosotros mismos.

El mundo no acaba porque algo acabe, incluso con las situaciones más terribles. La vida sigue, no se interrumpe. Y aunque necesites tomarte un tiempo para estar bien, volverás a subirte al tren de la vida y correrás nuevas aventuras, y serás feliz.

Todo el que me conoce sabe que como terapeuta de pareja pero también como persona más allá de mi profesión, soy de las que luchan hasta el último aliento porque las cosas funcionen, para las relaciones no acaben. Pero hasta yo misma veo que hay finales necesarios y enriquecedores (a la larga) para ambas partes de la pareja.

Que ese doloroso y necesario final abre nuevas puertas, da lugar a nuevos comienzos, no necesariamente mejores o peores. Distintos. Nosotros los haremos mejores o peores que lo anterior.

Como en esa manida metáfora de la oruga y la mariposa. Donde la oruga cree que es el fin del mundo, el mundo ve la mariposa.

Despleguemos nuestras alas heridas listos para un nuevo comienzo.