¿Te has preguntado alguna vez cómo lidiar con la duda que siembran otros en ti sobre tu forma de ser? Vamos a hablar en el artículo de hoy sobre esto, sobre las opiniones y el ruido.

Dice un refrán muy gracioso: las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno. Pero esto va más allá. No solo tienen una opinión sobre ti sino que además se sienten en la obligación de dártela.

 

  • Qué mala cara haces hoy.
  • Has perdido mucho peso ¿estás enferma?
  • Has cogido mucho peso.
  • No deberías consentir que tu hijo haga esto.
  • Deberías llamar más a tu madre.
  • No tendrías que permitir que tu pareja haga/diga estas cosas.

Y un largo etcétera. Los que nos sentimos retratados diciendo estas cosas pensaremos: ¿qué clase de amigo no dice las verdades a la cara? Bueno, una cosa es decirle a tu amiga o tu compañera de trabajo que se ha dejado la cremallera del pantalón abierta (es decir, algo remediable) y otra distinta, por ejemplo, decirle que tiene mala cara (cosa irremediable y que puede hacerle sentir mal).

Así que mi primer consejo es: filtra tu opinión. ¿Va a solucionar algo el decirlo? ¿Crees que no lo sabe? ¿Crees que necesita saberlo? ¿Tu verdad es absoluta?

¿Y si es otro quien te ha dado su opinión? Hay mucha gente segura de sí misma que no se verá afectada por esta opinión. Y existen otras personas cuyo ruido del exterior inunda su propio voz interior. En esto influye muchísimo la educación que hemos recibido. Los patrones de aprendizaje, nuestro temperamento o nuestras experiencias determinan en qué medida vamos a escuchar las voces de otros por encima de la nuestra.

  1. Medita. Para mí la meditación es uno de los pilares en los que sostengo mi propia voz. Parar y escuchar el silencio hasta que surge una voz, quizá no el primer día ni el segundo. Esa voz que surge viene de lo más profundo de ti. Si siempre estás en marcha y siempre hay ruido, ¿cómo vas a escucharte? Imposible.
  2. Pon límites. Otro pilar fundamental para acallar el ruido es poner límites. ¡Cómo nos cuesta! Pero es, como te digo, fundamental. Poner límites significa pedirle a la persona que tenemos delante, y que va embalada hablando y opinando sobre nosotros y nuestra vida, que eche el freno. Puedes usar tu tono más seco y tajante o puedes usar el sentido del humor. Pero ten firmeza al hacerlo. Puedes decirle «preferiría hablar de otra cosa», «no es el momento», «en este momento necesito centrarme en otras cosas», «entiendo que quieras ayudarme pero ahora estoy con otros asuntos». Crea tus propias frases para tener a mano cuando sea necesario.

¿Cómo lidiar con la duda? Anticípate. No dejes que se cree esa duda. Echa el freno, acalla voces, mantente firme.

Si no has podido anticiparte, y la duda ya se ha generado, puedes dar un paso atrás y recordar quién eres en esencia. Anota en un papel tus valores principales. Recurre a ellos cuando vuelvas a sentir duda.

Recuerda que las opiniones, como los pensamientos, no son la realidad. Son una interpretación de la realidad. Una interpretación que viene determinada por la propia mochila de la persona que tiene la opinión. Pero no es necesariamente la realidad sobre ti.

Y por otro lado la imagen que proyectamos en el trabajo, con un familiar u otro, con un amigo u otro, con nuestra pareja…nunca es idéntica. Tendrá muchas cosas en común. Pero lo que un amigo muy antiguo piense de cómo soy puede diferir mucho de lo que piense un compañero de trabajo o mi madre. Así que no lo tomes como algo indiscutible, sino como una imagen parcial.

Y a ti ¿también te cuesta lidiar con las opiniones de los demás y con las dudas que eso te genera?

Ya sabes, comparte tu opinión o tu experiencia para ayudar a otras personas de la comunidad y así nos nutrimos todos y todas.