La mejor manera de cambiar a tu pareja es no hacerlo. Fin del artículo.
Bromas aparte, muchas personas nos planteamos en pareja el eterno dilema entre querer que nuestra pareja cambie ciertas cosas -conductas, maneras, algunas formas de pensar- y respetar nuestras diferencias y no querer interferir.
Lo primero de todo es que absolutamente todas las personas somos suscetibles de cambiar algunas cuestiones. Lo segundo es que el cambio solo es posible si hacemos un trabajo de autocrítica, introspección y hallamos una motivación genuina para ese cambio.
A veces esperamos que ante nuestra crítica (constructiva, por supuesto) nuestra pareja cambie. Pero sin autocrítica eso es complicado, sobre todo mantenerlo en el tiempo.
Y entramos en este debate entre cambiar o no cambiar al otro, en que debería ser esa persona quien, de motu propio, quisiera modificar ese algo. Es decir, no solo quiero que cambie sino que encima salga de él o ella sin que yo tenga que decírselo.
Esa es la parte en la que tiendo a no estar de acuerdo. No somos adivinadores. No tenemos superpoderes. No leemos la mente. A veces nuestras dinámicas son buenas, nuestras acciones no tienen nada de malo, pero eso perjudica nuestra relación. Por ejemplo, imagina que eres una persona a la que le cuesta, o no le gusta, expresar sentimientos. Puede que si tu pareja fuera una persona poco comunicativa eso le diera igual, no le importara y no afectara a vuestra relación. Pero si tu pareja necesita compartir y expresar nos encontramos con un problema.
En ese punto por ejemplo podríamos tratar de comunicar de manera no tan verbal, con gestos, con afectividad, con momentos compartidos de verdadera conexión donde las palabras no son tan necesarias. De este modo una parte expresa más y la otra hace uso de una comunicación menos verbal, en la que la otra persona quizá no sea tan hábil. ¿Eso es tratar de cambiar a nuestra pareja? Sí y no. ¿Si lo pedimos, si expresamos la necesidad de cambio es que no aceptamos a nuestar pareja y tratamos de que sea diferente? Sí y no.
Nos han inculcado en estos tiempos que tenemos que aceptar al otro tal como es. Y estoy de acuerdo, en parte. Pero como terapeuta de pareja y sobre todo como psicóloga cognitivo conductual que trabaja con Terapia de Aceptación y Compromiso, considero que se debe aceptar aquello que no se puede cambiar pero que debemos comprometernos a cambiar aquello que sí se puede.
Modificar algunas conductas por el beneficio de la relación, dentro de unos límites sanos, lo veo más que positivo, para la relación y para la propia persona. Porque todo, la vida, las circunstancias, nosotros, todo es cambio, todo es flexible. Otra cosa muy distinta sería imponer ese cambio, pero eso da para otro artículo.
Como digo siempre, cambiar la esencia es imposible, pero cambiar conductas puede ser muy saludable. Y a veces el catalizador, aquello que inicia el cambio, no somos nosotros mismos sino la petición razonable de nuestra pareja (amigo, familiar…ya sabes).
A veces la frase «desde que estás con tal persona has cambiado» tiene un tono negativo. Y a mí, dentro de los límites de lo saluble, como digo, me parece muy positiva. Porque convivir todos los días de tu vida con una persona y seguir siendo exactamente la misma que antes me parece extraño por no decir imposible.