de artilugios con fines similares muchos siglos antes. El biberón es otro invento que ya en la Edad Media se empleaba y que fue evolucionando desde un cuerno de vaca perforado y forrado hasta los actuales. Sin embargo el cochecito/carrito para portar al bebé no apareció hasta el siglo XIX como un divertimento para los niños, y mucho después como método para transportar al bebé. Es decir, el ser humano ha intentado desde la antigüedad hacer más fácil la vida con sucedáneos de la madre para alimentar y consolar a los pequeños. Sin embargo cargaba con su bebé a cuestas. No por ello se le prestaba más o menos atención. Podía incluso ir a trabajar en el campo con el bebé amarrado a ella. El cochecito es definitivamente un invento moderno. Y bendito sea en mucha ocasiones. Pero nos hemos ido a un extremo opuesto y es lo que quiere reivindicar esta semana internacional de la crianza en brazos.
Un bebé llora y se escucha de fondo “no lo cojas, que luego se acostumbra”. Un bebé llora en su carrito y seguimos moviéndolo sin cogerle en nuestros brazos, intentando que se consuele con el movimiento, porque ahora está mal visto hacerlo de otro modo, eres blanda si lo coges, le estás malcriando.
Tenemos a los bebés en sus hamaquitas en casa, o en la cuna, o en el cochecito, y muchas veces nos quejamos de que lloran. ¡Pero si es que es un bebé! Esta vuelta a lo natural defiende el derecho de una madre o de un padre a llevar a su hijo a cuestas, en un fular, en una mochila portabebés, en brazos…No hace falta dejar al niño en una hamaca rodeado de mil estímulos artificiales mientras haces otras cosas en casa o fuera de ella, puedes ponértelo junto a ti en un fular y seguir haciendo las mismas cosas. La diferencia es el peso (que queda repartido bien por el fular) y que tu hijo te sentirá cerca, tu calor, tu olor, tu protección, que tanto requieren en sus primeros meses de vida. ¿Dónde está la mala educación ahí?
Les compramos mil juguetes, les damos chucherías al salir del cole, les decimos que sí muchas veces sólo por no oír sus quejas, pero tomarlos en brazos, ESO, y sólo eso es malcriarlos.
Cuando mi bebé llora yo lo cojo en brazos, lo pego a mí, y le hago saber que estoy ahí, que le protejo. Del mismo modo que si mi marido está triste o llora me acercaré a él, le consolaré, le reconfortaré y no se me pasa por la cabeza dejarle ahí, irme o ignorarle “no vaya a ser que se acostumbre”. ¿Que se acostumbre a qué? ¿A sentirse cuidado y protegido? Hay personas dependientes emocionalmente que fueron criados de este modo y los hay independientes, igual que en otros métodos de crianza. Por eso yo animo a las madres y padres a no sentirse culpables por tomar en brazos a sus bebés cuando lo necesitan, porque el vínculo y el apego con los padres nace en esos primeros meses y dura toda la vida. Y ese vínculo seguro es el que le dará estabilidad para explorar, para crecer.