El pasado martes 13 de noviembre fue el día mundial de la amabilidad. Y algo tan positivo para quien da y quien recibe, debería estar presente en nuestras vidas cada día, de manera consciente.

Así lo hicieron los habitantes de Congresbury. Durante un año realizaron 800 actos de bondad, inesperados, como una celebración del 800º aniversario de la iglesia del pueblo. Pagarle a un vecino la factura del veterinario o regalarle a un amigo tu entrada para el estreno de la última película de Star Wars estaban entre esos pequeños actos.

 

¿Sabes qué ocurre en ti cuando recibes un favor o un gesto de este tipo? tu cerebro libera dopamina, y esto te hace sentir bien. Si además ese favor o gesto amable que recibes es totalmente inesperado, el beneficio es aun mayor. Pero no solo hay beneficio para quien recibe sino también para quien lo ofrece. Nuestro cerebro social se activa, dice el doctor Daniel Glaser, en the Guardian.

Esos actos de bondad pueden ser pequeños, no es necesario que sean grandes para que tengan un gran impacto en la vida de la persona.

Recuerdo el ejemplo de Maria al acudir a la facultad: al acabar las clases pedía a sus compañeros, que acaba de conocer, si alguien quería que lo acercara a casa. Me contaba que la gente la miraba extrañada y que nadie o a penas una persona respondía. Quizá no se fiaban. Quizá estaban tan sorprendidos por el acto desinteresado de bondad que pensaban que habría alguna intención oculta.

Estamos muy poco acostumbrados a ser así de generosos con personas que no son nuestro entorno más próximo. Pero si nos fijamos sí existe mucha bondad a nuestro alrededor. A lo mejor está sepultada por otros tantos actos egoístas, probablemente.

Si todo esto resuena en ti y te apetece liberar dopamina como si no hubiera un mañana, en otras personas y en ti mismo, ponte las pilas y celebra la amabilidad cada día.

Nuria Pérez, por ejemplo, en su libro Manual profesional para exploradores, súper héroes y aventureros urbanos propone ir con tus hijos a colocar notas en la calle para animar a quien lo lea, o dar en persona una nota de agradecimiento a alguien que trabaje en tu zona (cajero de supermercado, panadera…). Hay mil ejemplos como este.

Imagina que estás esperando en un semáforo, a pie, a que se ponga en verde para cruzar. Llovizna. Tienes paraguas. A tu lado o cerca hay una persona que no lleva. Puedes acercarte y evitar que se moje. Puedes cruzar con ella.

¿Se te ocurren más de estos ejemplos para celebrar la amabilidad?