Me muevo entre la indignación y la perplejidad al ver a las modelos desfilar en la última semana de la moda de Milán. Lo leí en ShowRoomStreet Mallorca. Sin embargo ya no ocupa más que un par de reseñas o una noticia breve en televisión, será que en estos momentos de crisis económica, de paro, interesan más los que no tienen para comer que los que deciden no comer.
Cuando las veo, con ese aspecto enfermizo, con esos ojos que parecen pedir aprobación a gritos ahogados, pienso en el infierno que se esconde tras ese supuesto aspecto glamuroso. Podemos contar cuántas costillas quedan a la vista y cómo se marcan los huesos de la cadera de tal manera que parecen desencajarse al caminar. No venden ropa, no venden moda, no venden espectáculo, venden enfermedad, venden un imposible.
Y con esto no quiero decir que todas las modelos tengan o hayan tenido un trastorno de alimentación, pero que los comportamientos y pensamientos de muchas no cumplan todos los criterios para ser diagnosticadas, no significa que no muestren conductas de riesgo, y que su imagen simbolice opresión y sufrimiento.
Horas frente al espejo, pesarse 100 veces al día o huir despavoridas de la báscula, compararse una y otra vez con amigas, con conocidas, con actrices, con modelos, y siempre salir perdiendo (aunque el objeto de comparación pese 10 kilos más que tú). Así, con esta esclavitud, viven muchas mujeres (niñas, adolescentes, adultas). No frivolizamos al decir que la industria de la moda promueve estereotipos y bellezas imposibles. Pero que lo promueva no implica que lo cause.
No nos quedemos con ese reduccionismo débil, tras la enfermedad hay muchos factores que hacen que una persona sana deje de estarlo: nuestra historia personal, nuestras características, nuestra familia, nuestras vivencias, nuestro entorno.
Sin embargo, ante la imposibilidad de controlar todos estos factores, en cada caso, podemos cambiar las cosas evitando que se perpetúe esta imagen falsa y dañina del cuerpo de una mujer, podemos dejar de consumir estas marcas, enviando un mensaje a aquel que quiera vendernos enfermedad: amo mi cuerpo, el que tengo, no el que los otros digan que he de tener.
La autoestima es el pilar fundamental sobre el que nos apoyamos para hacer frente a todos esos ataques externos que buscan desestabilizarnos. Autoestima, y espíritu crítico, para diferenciar lo que importa de lo superfluo.
Un mensaje positivo, para terminar, y es que es posible cambiar las cosas, y de hecho se están cambiando, porque nos estamos negado a aceptar esa imagen y prueba de ello son las modelos que ya comienzan a aparecer en revistas y desfiles, con un peso normal, con un aspecto saludable. Al fin!